Vuelta al Pueblo
Escribir este artículo es confirmar el cambio de rumbo que ha dado mi vida en los últimos meses. Como a cualquier persona que le preguntes, la Covid-19 ha arrasado con todo lo establecido y nos ha demostrado lo frágiles que somos y la importancia que tiene disfrutar los momentos en los que estamos bien.
A día de hoy, y contra todo pronóstico si me preguntan hace un año, me encuentro viviendo en Mota del Cuervo, el pueblo en el que nací y me crié. Y os digo una cosa, me gusta vivir aquí. Gracias a la comparación con las grandes ciudades donde he vivido se puede apreciar que aquí se vive de otra forma, es totalmente diferente, la vida es más relajada pero te da la sensación de que no paras.
Un proyecto que llevaba mucho tiempo en el tintero y que al vivir fuera no se había podio poner en marcha.
Quizá si me hubiera pillado en otro momento, me habría buscado las mañas para volver a la ciudad o migrar a algún otro país a conocer alguna cultura diferente. Pero todo lo contrario, he encontrado en mi pueblo el entorno idóneo para desarrollar mis proyectos personales. Uno de ellos, un proyecto que llevaba mucho tiempo en el tintero y que al vivir fuera no se había podido poner en marcha, La Finca de Tomás.
Hace un año nada apuntaba a esto, empezaba un nuevo trabajo en una agencia de viajes de lujo y Madrid era mi casa. Entonces, llegó el jodio virus. El teletrabajo que olía al futuro, lo vimos instaurado en todas las oficinas. El confinamiento hacía que tu vida se desarrollara en 4 paredes y únicamente salías en ocasiones muy esporádicas. Hubo semanas que lo más que salía era a la puerta a aplaudir.
Con la flexibilización de las medidas, las salidas se volvían más frecuentes, pero las calles con tanta gente seguían generando temor al contagio. Era ese momento en el que mirabas de reojo al pueblo y veías que la gente podía campar a sus anchas sin tener que cruzarse con otras personas. Por esta razón, en cuanto permitieron el desplazamiento entre comunidades, me vine al pueblo a teletrabajar.
Llegados a este punto, la vuelta a Madrid no era algo que me inquietara y el pueblo me daba tranquilidad y tiempo para centrarme en proyectos aparcados.
En el trabajo la facturación bajó a 0 y la única razón por la que seguía trabajando era porque había que preparar una nueva plataforma de reservas para su uso en el futuro, cuando la cosa estuviera bien. En Septiembre, con el nuevo sistema casi acabado, vimos que la crisis volvía a paralizar el turismo y el jefe no tuvo más remedio que prescindir de mi.
Llegados a ese punto lo vi claro, la vuelta a Madrid no era algo que me inquietara y el pueblo me daba tranquilidad y tiempo para centrarme en proyectos que tenía aparcados. Hoy empiezo con La Finca de Tomás, ¡deseadme suerte!
No me enrollo más. ¡Nos vemos!
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